Los balances personales suelen ser duros, pero son necesarios. Es imprescindible conocernos y reconocernos. El simple hecho de estar vivos nos enfrenta con una posibilidad límite, pero tremendamente real. La divina incertidumbre de no saber si vamos a vivir o no el día de mañana. Hay una posibilidad muy concreta de que nos vayamos a dormir esta noche, pero también hay una posibilidad muy concreta de no despertar mañana.
Si yo me fuese a dormir esta noche y no me despertase mañana… ¿Fui feliz o no fui feliz? Así sin gamas intermedias. No un poquito. No algunas veces. No de cuando en cuando. A todo o nada: ¿Fui o no fui feliz en esta vida?
Si no fui feliz y parto esta noche, ya no hay nada que yo pueda hacer para modificar lo que he vivido, pero… Si me despierto mañana, ¿Qué voy a hacer al respecto? La felicidad siempre estuvo en nosotros y ya es hora de recuperarla. ¡Pero ahora! ¡Ya! Espiritualidad práctica, no dentro de diez años.
¡Basta de hacer un curso durante años para aprender a saludar, años más para aprender a sonreir, años más para atreverse a salir a la calle con la cabeza alta!
¡La vida es aquí y ahora!
Fuente: Claudio María Domínguez
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