Nuestro lenguaje y la forma en la que nos expresamos condiciona la forma en la que nos sentimos y en la que nos ven los demás. Si hablamos de forma negativa, fea y pesimista, ese sentimiento se nos puede acabar albergando en el corazón. En cambio, si nos esforzamos en expresarnos de forma positiva, la forma en la que veamos la vida puede cambiar a mejor.
El lenguaje es parte fundamental en la evolución de los seres humanos: gracias a él se han construido culturas, transformado otras tantas, y sin lugar a duda, se ha dado un paso histórico en la comunicación y entendimiento humanos.
Como podrás constatar, el lenguaje es muy importante en nuestras vidas, por ello es necesario que
reflexionemos sobre el cómo lo estamos empleando.
Con el lenguaje no sólo nos referimos a las palabras que pronunciamos o escuchamos, también hacemos referencia al conjunto de elementos y herramientas para la comunicación que empleamos los seres humanos: estos, movimientos, balbuceos, entre otros.
Y este lenguaje lo podemos evidenciar principalmente en dos campos de acción: un lenguaje para con el mundo exterior y otro para con nosotras mismas.
El lenguaje para con el mundo exterior se enfoca en la forma en la cual comunicamos lo que sentimos y pensamos a los demás: Nuestras expresiones y comportamientos develan lo que en realidad somos.
El lenguaje para con nosotras mismas, se refiere a las maneras bajo las cuales manejamos nuestra comunicación interna, es decir, el cómo nos tratamos a nosotras mismas.
El uso del lenguaje en estos ámbitos determina la forma en la cual desarrollamos nuestros proyectos de vida y nos enfocamos en su consecución.
Cuando falla uno de estos lenguajes, ineludiblemente nos enfrentamos a una serie de problemas comunicativos que pueden afectar nuestra autoestima y nuestra autodeterminación, es por ello que debemos ser conscientes de los sentimientos y emociones que experimentamos a diario:
¿Qué representan estas para nuestro bienestar?
Según como nos expresemos, así seremos.
El lenguaje puede ser las alas que le hacen falta a nuestros sueños, o pueden ser las anclas que nos condenen a una vida llena de limitaciones. Actuar y pensar de forma positiva nos impulsa en la lucha por nuestros objetivos a la par que nos hace sentirnos bien con nosotras mismas.
Lo que decimos, nos condiciona.
El poder del lenguaje es inmenso puesto que a partir de él reafirmamos nuestra personalidad,
todo ello a través de la repetición; cuando repetimos algo, le memorizamos hasta el punto de emplearle de forma automática.
Si por ejemplo nos decimos y le decimos a quienes nos rodean que somos tímidas,
que siempre fracasamos en el amor y proseguimos con un bulto de experiencias negativas, de tanto repetirlas terminamos por hacerlas una realidad.
¿Qué pasaría entonces si nuestro lenguaje fuese empleado en positivo?
Si nos expresamos positivamente, nos volvemos personas positivas.
Nuestras posibilidades de lograr lo que deseamos serían infinitas, porque en lugar de menospreciar la lucha, saborearemos cada instante de la misma con una actitud de éxito.
¡Nuestro lenguaje es importante!
¿te animas a mejorarlo?
Examina tus discurso y elige conciente y voluntariamente que volveras a repetir y que desecharás.
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