jueves, 25 de agosto de 2011

La mente y la perdida de peso




La obesidad ha constituido una plaga para la humanidad a lo largo de miles de años, dando origen a un increíble número de dietas. Los medicamentos, algunos de ellos peligrosos cuando se toman sin supervisión alguna, han sido desarrollados para atajar la obesidad; pero esta continúa.

Determinados tipos de obesidad quizás sean consecuencia de problemas genéticos de metabolismo o de mal funcionamiento de algunas glándulas, pero la mayoría de las obesidades se producen por comer en exceso y por falta de ejercicio físico. Incluso la obesidad heredada y glandular pueden ser reducidas haciendo más ejercicio o comiendo menos.

Pero ejercitar una voluntad débil para lograr comer menos y hacer ejercicio es algo penoso. Además, en la mayoría de los casos representa una solución puramente transitoria. Muchas de las personas con peso excesivo no disponen, además, del tiempo preciso para dedicarse a hacer ejercicio. En consecuencia, tienen que comer aún menos para controlar su peso, por lo que la situación se torna más penosa. Sin embargo, la mente puede ayudar de una manera que se halla fuera de las posibilidades de otros métodos. Su mente, dirigida de forma adecuada, es capaz de hacer decrecer el deseo de alimentos, y, dar respuestas al control glandular.

Existen áreas específicas en su cerebro que controlan la manera de metabolizar sus alimentos. Muchas de ellas están siendo estudiadas por los médicos, pero en su mayor parte, siguen siendo un misterio. Se sabe que las funciones glandulares son controladas por el cerebro. Por tanto, si usted controla su mente, puede controlar sus funciones glandulares. Los conceptos no se dirigen a determinar por qué una persona come en exceso. La mente trabaja para controlar su sistema nervioso y, así, las diversas partes del cuerpo. Y todo ello a pesar de que usted desconozca tal vez qué son las estructuras anatómicas o fisiológicas o cuál es su cometido funcional. No es preciso que usted conozca todo esto para poder controlarlas pero si que las visualice como si las conociera.

Usted puede visualizar su mente como una oficina con pocas personas trabajando, ejecutando las órdenes que usted da. Lo verdaderamente es que dirija su mente a través de un recorrido que regulará las áreas que controlan la obesidad. Usted puede dibujar en un área un pequeño interruptor a manera de control que, cuando establece el circuito, le produce hambre y, cuando lo interrumpe, hace que su hambre desaparezca. Esta fantasía puede ser tan elaborada como quiera o necesite que así sea. Sea cual fuere el mecanismo que elija, no es necesario que comprenda el intríngulis interno. A usted lo único que le importa es que el interruptor funcione.

Visualícese en un espejo con la silueta que usted desearía tener, con el peso que le parecería adecuado. Se ve quitándose la ropa frente a un espejo de cuerpo entero. Se halla de pie frente al espejo y hay muchas luces a su alrededor. A medida que va quitándose diversas ropas, ve usted las diferentes áreas de su cuerpo; le producen desagrado porque están mantecosas y fláccidas. Una de las áreas que examina detenidamente es su abdomen. Parece enormemente grande. Mucho mayor, en cualquier caso, de lo que había imaginado. Áreas tales como sus brazos, muslos, cogote y mentón son muy voluminosas y protuberantes. Esto le produce disgusto, pero sabe que puede cambiar todo esto mediante la utilización de la mente. Ahora mira al espejo y visualiza cómo desaparecen todas aquellas áreas de peso excesivo. Se ve con el peso que le gustaría tener. Y se complace viendo cómo tiene una silueta mucho más apuesta y bella. Al contemplarse en el espejo, desarrolla un sentimiento de bienestar y felicidad que le hace sentirse mejor que en cualquier otra circunstancia recordada. Comienza a sentirse orgulloso de haber sido capaz de perder peso.

Ahora tiene la completa seguridad de que es capaz de hacer esto, lo que le confiere un sentimiento de satisfacción. Se ve ahora sentado junto a la mesa de un comedor y contempla diversos alimentos dispuestos delante de usted. Algunos de ellos son altamente “peligrosos”. Por ejemplo, la crema helada, los pasteles, el pan, las galletas. En la mesa hay también alimentos que son buenos para usted: vegetales, carnes, quesos, leche y frutas. Siente un fuerte impulso a comer únicamente aquellos que son buenos para usted; al mismo tiempo, desea rechazar los alimentos que sabe incrementan las grasas y fomentan la esclerosis.

A continuación, se ve comenzando a degustar algunos de los alimentos que son buenos para usted. Hay un trozo de pollo al que le han quitado la parte grasienta, una zanahoria cruda que se ve masticando, y algunos otros buenos bocados. Sientan mucho mejor que los dulces. Se ve retirando los alimentos “peligrosos”. Pide a la persona que los sirve a la mesa los retire, porque usted está más interesado en los alimentos que son buenos para su salud.

A continuación, hace mentalmente una lista con todos los alimentos que sabe que engordan.. Repasa todos y cada uno de ellos en su mente, en detalle. Los examina muy de cerca. Puede comenzar con un helado de chocolate y se ve perdiendo el gusto por él. Se ve ahora frente a un gran pastel de coco cubierto por una gruesa capa de crema y se ve perdiendo el gusto por él. Sabe excesivamente azucarado y dulce, y el pensar en tomar todo el azúcar que contiene está a punto de producirle náuseas. Recuerda haber escuchado hace muchos años que el azúcar era considerado como una droga poderosa, y que sólo las farmacias podían despacharla en pequeñas cantidades. Decide entonces que esa droga no es buena para usted en las grandes cantidades en que la ha ingerido. Por alguna razón, se le antoja que el azúcar parece superar ahora su capacidad de tolerancia, y decide no comerlo a no ser en cantidades muy pequeñas, y sólo cuando sea absolutamente necesario.

Ve ahora una rebanada de pan blanco sobre la mesa. Sabe que contiene muchos aditivos químicos y que los procesos a que ha sido sometido lo han privado de todas sus propiedades nutritivas. Sabe que esto no es bueno para usted. Contempla la rebanada de pan y le parece tan rígida y pesada que no puede continuar comiendo ese alimento. Por tanto, decide que le gustaría que lo retiraran. Usted dirige su mente a decirse tales cosas. Visualiza todos estos alimentos en su mente, y ve y escucha que ésta le habla de cada uno de ellos. Examina cada alimento, uno por uno.

Contempla ahora algunas dulces bebidas, colocadas ante usted. Parecen tan dulces, que si las bebiera se sentiría realmente mal. Cae en la cuenta de que su mente le ha dirigido para que se aleje de todos estos alimentos que consideraba deleitosos. Le repelen. Son tan dulces que no puede aguantarlos. Ahora visualiza un interruptor que sirve de control. Cuando se enciende, hace que se sienta hambre; cuando se apaga, decrete su apetito. Puede ver fácilmente este interruptor en su mente. Siempre que desee evitar un alimento determinado, vea el interruptor colocado en la posición de “apagado”. Pero cuando está rodeado de los alimentos más convenientes - en las proporciones adecuadas-, enciende el interruptor y come únicamente lo necesario para una nutrición adecuada. Cuando se trate de alimentos dulces, pone el interruptor en la posición de “apagado” y su apetito decrece. Dirige usted su mente a hacer esto cada vez que le ofrezcan un alimento.


Además su mente dirigirá a las células para que consuman todo el exceso de grasa existente en su cuerpo, y a continuar consumiendo hasta que usted adquiera el tamaño y proporción que desearía tener.

Una idea extra es redactar una visualización mental que dirija su mente en la direcció deseada. Podría, por ejemplo, imaginarse a sí mismo delante de un espejo viéndose como querría ser. Describirá las cosas que desea de su mente, tales como la tonificación muscular. Gustará y olerá los alimentos que dirige como aptos para la comida; visualizará su cuerpo llenándose de ellos, todo el crecimiento muscular. Se autoimaginará haciendo ejercicio para mantener su cuerpo en forma y para incrementar el vigor de los músculos.

Aquí es especialmente adecuado la repetición conveniente. Visualizar un ejercicio, en vez de realizarlo, lleva mucho menos tiempo. Así, la repetición aumenta el potencial del cambio. En breves segundos puede usted, por ejemplo, hacerse una imagen en la que aparece haciendo jogging alrededor de una pista cien veces, o levantando un peso cien veces por minuto, mientras que la realización efectiva llevaría horas. Esta idea de repetir algo muchas veces durante un período breve de tiempo es posible aplicarla a cualquier tarea, tal como aprender a tocar el piano, con la intención de mejorar el rendimiento.

Cuando redacte su visualización mental para perder, tenga sumo cuidado en ayudarse con las sensaciones emocionales y con los cinco sentidos principales, así como también de sus variaciones. Cuanto más creativo e imaginativo sea, tanto más se impregnará su mente de la meta deseada. Funcionarán los tipos más descabellados de figuras, símbolos y analogías, tales como los comics creados por su imaginación. Puede imaginar un enjambre de hombrecillos retirando las células sebáceas de lugares donde no las desea y arrojándolas al fuego para que ardan.

Cuanto más vivaz sea la visualización mejor funcionará. Al principio debería hacer el ejercicio al menos una vez al día por dos semanas, después cada dos días por dos semanas y después una vez por semana. Si lo hace todos los días sin parar mejor.

El poder de la mente es inmenso, y muchas de las directrices transmitidas a la mente serán retenidas por ésta durante años y actuarán quizás durante el resto de su vida, a no ser que usted decida cambiarlas.

Cuando se trate de personas por debajo del peso normal, bastará con invertir los métodos incorporados en la visualización anterior, y funcionará positivamente.

Fuente: www.calidadvida.cl

No hay comentarios:

Publicar un comentario